Ecuador

CARLOS III. AÑORANZA DE UN JESUITA AMERICANO EXILIADO POR SU TIERRA ECUATORIANA. 1778

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Memorial del jesuita quiteño Antonio Aguado, quien, tras haber recibido la negativa de las autoridades españolas para poder abandonar Faenza y trasladarse a Roma, hacer valer su condición de americano y recuerda con nostalgia su tierra, por ser  “nacidos y criados en un otro mundo y en un otro País y Clima, donde no se experimentan, ni aun se conocen los rigores de estas cruelísimas estaciones de la Europa, que nos hacen padecer tanto”.

(España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. M. AA. EE. legajo 562)

            Exmo. Sr.

            Con el aprecio que debido recibo la de V. E. de 7 de este mes en la que en la que me ordena V. E, no salga de esta Faenza, no obstante la licencia que se me había dado; digo Sr. Exmo. que obedezco y obedeceré a V. E. en cuanto me ordenare. Conociendo ser tal mi infelicidad y desgracia, que después de mis representaciones, súplicas, lágrimas y ruegos no he podido conseguir el cortísimo alivio que de caridad y compasión se concede al más infeliz reo, que es de mudar solo la pesadísima cadena que le oprime en un píe a otro, o el que se le da de lástima a un enfermo, que gime lleno de dolores en un lecho, y ruega y clama le muden solo de un lado al otro sin que lo libren de la cama en que ha de morir.

            No ignora Vuestra Excelencia con su alta capacidad, que el gravísimo peso del destierro más intolerable que la misma muerte sobre quienes principalmente ha caído ha sido y es sobre los infelices y desagrados Americanos, porque todos los demás comprehendidos  en este destruido cuerpo, o eran extranjeros, o eran españoles; los extranjeros todos han vuelto con el extrañamiento a sus mismos Países, Ciudades, Casas y Parentelas; los del Reino o Españoles sino han tenido esta fortuna, por lo menos logran las de estar cerca de los suyos, de sus lugares y casas con estar en su destierro en el mismo Continente, y en la misma Europa; mas Sr. Exmo. no así nosotros, pobres Americanos,  nacidos y criados en un otro mundo y en un otro País y Clima, donde no se experimentan, ni aun se conocen los rigores de estas cruelísimas estaciones de la Europa, que nos hacen padecer tanto, fuera de las otras innumerables incomodidades, trabajos y miserias que lleva consigo el mismo destierro. Bastaba Sr. este conocimiento para mover, no digo el corazón noble, benigno, caritativo y cristiano de V. E. a compasión y lástima, pero aun el de una fiera; mas no siendo así, espero y confío que aquel Señor en cuya presencia y tribunal algún día hemos de comparecer todos se compadecerá de nuestros trabajos, aflicciones, lágrimas y suspiros, y a quien ruego y pido desde este mi destierro guarde la vida de V. E. por muchos años.

Faenza y enero 19 de 1778.

Antonio Aguado.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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CARLOS III. INTERÉS DEL REY POR LA BEATIFICACIÓN DE LA “AZUZENA DE QUITO”. 1770

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Carlos III se dirige al embajador de España en Roma, Tomás de Azpuru, para oficie con el Papa la agilización de la causa de beatificación de Mariana de Jesús, conocida por la “Azucena de Quito”, que vivió en la ciudad quiteña entre 1618 y 1745. El proceso de beatificación se inició en 1694, y desde 1767 era regio postulador ante la Santa Sede el canónigo chileno Juan del Castillo. Carlos III estaba interesado en la canonización de la santa para fortalecer los vínculos de los criollos con la monarquía. Fue beatificada en 1853, declarada santa en 1950 y patrona de Ecuador.

(España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. M. AA. EE. Santa Sede legajo 219)

            El Rey.

            D. Tomás Azpuru mi Ministro en la Corte de Roma. En carta de veinte y ocho de septiembre del año próximo pasado expuso D. Juan del Castillo, uno de los encargados de esa Corte, del seguimiento de la Causa de Beatificación de la venerable María Ana de Jesús (llamada la Azucena de Quito) las diligencias que ha practicado a fin de facilitar su breve curso, suplicando me digne recomendarla a Su Beatitud; y habiéndose visto en mi Consejo de las Indias, con lo que dijo ni Fiscal, y Consultándome sobre ello, he venido en que recomendéis a Su Santidad en mi Real nombre la enunciada Causa; y en su consecuencia os encargo pasar en mi Real nombre con Su Santidad los oficios que juzgaréis más oportunos y eficaces al mejor éxito de la mencionada Causa, en inteligencia de lo agradable que me sería cuanto ejecutareis en un negocio tan conducente al aumento de nuestra Santa Fe en la Cristiandad de aquellos remotos y dilatados Países; y en que tanto se interesa la mayor gloria de Dios, y el esplendor y lustre de mi Católica Monarquía. Dada en El Pardo a ocho de febrero de mil setecientos y setenta.

            Yo el Rey.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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