CARLOS III. MARINEROS IBICENCOS CAPTURAN UN JABEQUE BERBERISCO. 1762

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El Capitán General de Mallorca, Francisco Bucareli,  remite una carta del Conde de Croix, Comandante de la Isla de Ibiza, en que refiere con detalle la presa que hizo un Jabeque tripulado por ibicencos a una embarcación argelina, mayor y con mejor artillería, y pide se premie a los marineros de la isla para “en lo posible alentar, apartando esta aprensión los ánimos de estos isleños”.

(España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. G. S. Guerra Moderna legajo 1.365)

          Exmo. Señor.

            Muy Señor mío: Por la carta original del Brigadier Conde de Croix, Gobernador interino de Ibiza que paso a manos de V. E. sabrá el Rey la bella acción que se ejecutó en un Jabeque de aquella Isla tripulado con naturales de ella, tomando otro de Argelinos de mayor buque y calibre en su artillería, con cuasi igual tripulación, a cuyo Patrón y Marineros les considero muy acreedores a las Piedades de S. M., que no dudo obtengan por la interposición de V. E. porque lo merecen, y para que sirva de estímulo y empeño a otros, y nunca con más justa razón, me parece puede el Rey manifestar su Real Munificencia, recompensando esta calidad de servicios que actualmente se hallan estos Mares infestados de Corsarios, de modo que el mes presente han tomado sobre nuestras costas una Barca Napolitana cargada de aceite, y su gente se salvó en la Isla de Cabrera, y un Jabeque de Palma que iba a Menorca, cuyo comercio expone a un inminente riesgo los Mallorquines, porque los Argelinos que tienen Paz con los Franceses, se abrigan en Mahón, y de allí salen a Canal para apresar nuestras embarcaciones, y aun se entran en nuestras calas con bandera francesa para ejecutarlo, como sucedió cuando pasé el oficio al Conde de Lannion de que avisé a V. E. en fecha de 15 de marzo, y en la de 14 de abril remití su respuesta.

            Nuestro Señor guarde a V. E. mil años que he menester.

            Palma, 11 de junio de 1762.

            Francisco Buecareli y Ursúa a Ricardo Wall.

            Exmo. Sr.

            Muy Sr. mío: No obstante diferentes avisos que me han dado de los Atalayas que se avistaban por el recinto de esta Isla varias embarcaciones que juzgaban de Corsarios Berberiscos, jamás me ha parecido conveniente armar contra ellos, ya porque su número era grande, y que pocos son aquí en el día los marineros, ya porque según su rumbo y maniobra se reconocía ser su intento otro que el de arrimarse a nuestras costas; pero habiendo sido informado ayer, a cosa de las cinco de la mañana, que en todo el día antecedente había cruzado la vista del Puerto de Portmany, y a ratos bastante inmediatos una Galeota Morisca, arriando a veces su velamen, apartándose algunas horas, y volviendo a aparecer al anochecer; me persuadí que se podía resetar con fundamento que la idea que llevaba era no solo de abrigarse de dichas Islas, sí también el intentar de noche algún desembarco en estas costas (lo que hubiera sido infructuoso por las disposiciones que tengo dadas, cumpliendo los puestos con su obligación) pero también de echarse sobre alguna de nuestras embarcaciones que continuamente trafican por dichos parajes, yendo o viniendo de cargar leña de dicha costa, o bien de ida o venida de España; wen consecuencia dispuse inmediatamente que se armase un jabeque proveyéndole de cuanto pudiera serle útil, no solo para poder vencer la precitada embarcación, pero también para en caso de no encontrarla en el referido paraje, pudiese acudir donde con los tiempos se juzgase haber hecho ruta, y fuese en estado de apoderarse de cualquiera, sin exponerse en cuanto fuese posible, a menos de temer una verosímil seguridad de la victoria; con esta y otras instrucciones se puso a la vela desde este Puerto cerca las doce del día, por no haberse podido antes juntar los marineros, que fueron en número de setenta y seis, comprendidos en ellos veinte muchachos o pajes  de escoba, su barbero, y cuatro voluntarios. Y a las cinco de la tarde, hallándose reconociendo las referidas Islas, descubrieron un Jabeque Corsario Moro que llevaba su rumbo derecho a esta Isla, al parecer para refugiarse de las expresadas Islas; al instante cargaron sobre él, y lo alcanzaron, procurando engañarle en el Barlovento a las seis de la tarde; y despreciando el vivo ruego que les hizo, le envistieron, empezando en aquel mismo instante nuestro fuego con dos cañonazos de proa con bala maestra y metralla, a que se siguieron otros tiros de pedreros y fusilería, y doscientos y doce frascos de fuego que encendieron las velas del enemigo, en cuya seguida se le repitieron tres tiros más de cañón de que resultó temblarle el palo de trinquete, entena, y vela al mar, echándose en su consecuencia dentro con chuzo y sable en mano, donde experimentaron los nuestros el valor de sus contrarios, a quienes habiéndoles superado, se apoderaron de la embarcación dando muerte a once de ellos entre turcos y moros, y haciendo prisioneros cuarenta y cinco, se hallan de ellos los veinte fuertemente heridos, y dos de los mismos mortalmente, siendo su Arroës Seim, turco de nación que salió ileso del combate, y manifestó ser el número de treinta y ocho turcos, cuatro jenízaros o colonios, y catorce moros, que tenía su Jabeque pertrechado con seis cañones del calibre de seis y cuatro, doce pedreros, cincuenta fusiles, y mucha cantidad de pistolas, arma blanca o tajanes, habiendo salido de Argel acomboyado por una Saetía, una Goleta, y otro Jabeque el día 20 del corriente. Y si se dividieron a las costas de esa Villa de Soller, haciendo éste rota a las de Cataluña de donde venía el mismo día que fue apresado; por manera que habiendo durado el combate el tiempo de una hora haciéndose fuego continuo por una y otra parte, se ha logrado esta gloriosa función con la pérdida de solo dos marineros que de dos pistoletazos quedaron muertos, el uno José Ollar y hermano del teniente del Jabeque en que iba de contramaestre, no siendo tan deplorable por sí sus fallecimientos cuanto por las obligaciones que dejan constituidas en el último estado de miseria; los heridos cuatro, del número de estos es el comandante llamado el Patrón Bartolomé Palau que recibió una cuchillada en la cabeza y otra en la mano izquierda, de que a bien librar quedará estropeado; no puedo bastantemente manifestar a V. E. el valor de este sujeto a quien se debe por su prudencia y gobierno en este particular la facción, y al encono y natural antipatía que esta marinería, a mi comprender, tiene contra aquellos Berberiscos que heredaron de sus antecesores, y manifiesta la voluntariedad y ánimo deliberado con que a ello se exponen, pues es cierto que haber faltado estas circunstancias, siendo el número de los enemigos igual a la de nuestra marinería, aquellos sobre embarcación y armamento dispuesto para el fin a que iban, y los nuestros de improviso, sin lugar ni tiempo para disponerla en debido estado, manifiesta más singular la victoria y el valor de estos ibicencos, habiéndose sobre todos distinguídose el dicho comandante, que habiendo dos de los enemigos asaltado la proa de nuestro Jabeque se echó sobre ellos con denuedo, dejándoles en el sitio, en cuya acción recibió sus heridas, haciéndose por todo ello acreedor a la piedad de S. M., pues es cierto que habiendo combatido los enemigos con todo el valor imaginable, llegando el arrojo de ellos hasta entrarse los dos referidos al tiempo del abordaje encima la proa de nuestro Jabeque, se puede comprender la violencia de los unos y el valor de los otros para vencerla; en cuya atención y la de haber dicho Comandante, en otras ocasiones, manifestado su prudencia, valor y experiencia en varios apresamientos de corsarios Berberiscos y otros buques, le considero benemérito y acreedor de remuneración, que no dudo atienda S. M. con la gracia de Alférez de Fragata u otra que la Real piedad hallase proporcionada, en que no solo se aplicará la condigna remuneración a sus méritos, sí que alentará los ánimos de estos naturales a distinguirse y manifestar su valor que debiera continuamente emplearse en este ejercicio, sin sujetarles a otro Gobierno y dirección, en que sin duda se experimentarían maravillosos efectos, y porque a un igual son merecedores en esta función y en todas las que de esta Jerarquía ejecutasen de quien se les indemniza de los gastos que están ocasionando de cuarentena, y los que con multiplicadas dietas puedense causar en la regulación de éxitos sobre este apresamiento, subastación y remate, que las más de las veces equivale a la porción que cada diez o quince de los marineros, lo mismo que les amortigua sus ánimos, y cede todo en perjuicio del Real servicio, supuesto que no cabe razón que el que no expone su vida logre el mismo que el que la sujeta a semejante riesgo. Y en servicio de ambas Majestades, ni que en el repartimiento tenga más intervención el de Marina que el vencer llanamente las dificultades que pueden ocurrir entre los apresadores e interesados, lo que expongo a V. E. movido de algunos clamores que he oído de hombres desinteresados, y para que si lo hallare por conveniente lo ponga en noticia de S. M. a fin de en lo posible alentar, apartando esta aprensión los ánimos de estos isleños.

            Repito mi acostumbrado rendimiento a los preceptos de V. E., rogando a Nuestro Señor guarde su vida muchos años.

            Ibiza, y mayo 27 de 1672.

            Conde de Croix a Francisco Bucareli y Ursúa.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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