Embajada de Roma

CARLOS III. INSTRUCCIONES A SEGUIR POR ESPAÑA ANTE UN PROBABLE CÓNCLAVE. 1766

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A primeros de 1766, la salud de Clemente XIII era delicada. Ante la posibilidad de un próximo fallecimiento del pontífice, Carlos III manifestó por mediación de Grimaldi a su embajador en Roma las reales intenciones en el supuesto de que la Silla Apostólica quedase vacante, las cuales orientarían la acción de España: proceder de acuerdo con Francia y Nápoles; demorar el momento de la elección hasta que los cardenales extranjeros entraran en el cónclave; y que resultase elegido un cardenal “no adherido a las personas del partido Rezzonico y capaz de gobernarse por sí”.

(España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. M. AA. EE. Santa Sede leg. 333)

            La edad y accidentes del Papa dan motivo a que nos persuadamos que su vida no puede dilatarse mucho tiempo; y como esto puede suceder repentinamente ha creído el Rey necesario que V. S. se halle con noticia anticipada de sus Reales intenciones. Estas se reducen a obras de acuerdo con las Cortes amigas, y particularmente con las de París y Nápoles. El primer deseo de ambas será embarazar que se haga la elección de nuevo Pontífice luego que los Cardenales que se hallen en Roma y sus cercanías entren en Cónclave, sin esperar a los forasteros, sobre lo cual, y sobre los demás puntos subsecuentes habrán dado ya sus instrucciones a su Embajador y Ministro.

            No necesito explicar a V. S. lo mucho que importa a las tres Cortes que la elección recaiga en persona de virtud, imparcial, docta, no adherida a las ideas del partido Rezzonico, y capaz de gobernarse por sí, sin entregarse al arbitrio de los que con su dureza y con su opinión del supremo poder de los Pontífices Romanos, aun en cosas puramente temporales, suelen introducir la discordia entre los Príncipes más religiosos y píos, y la cabeza visible de la Iglesia; sólo diré a V. S. de orden de S. M. que hable sobre el asunto con el Cardenal Orsini y el Embajador de Francia; que acuerden lo que se deberá ejecutar; y que unido a ellos de los pasos que se juzguen oportunos, y se explique de palabra y por escrito en los términos que ellos se explicaren, así por lo que mira a embarazar que se haga la elección antes que lleguen los Cardenales forasteros, como por lo respectivo a la elección de la misma.

            Al Cardenal Orsini escribo también sobre el asunto. Si en adelante hubiere que prevenir a V. S. lo ejecutaré con puntualidad. Avise V. S. de cuanto ocurra, ínterin ruego a Dios…

            El Pardo, 21 de enero de 1766.

            Marqués de Grimaldi a Tomás Azpuru.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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CARLOS III. PRIMERA AUDIENCIA DE GRIMALDI COMO EMBAJADOR EN ROMA. 1777

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Pese a ser nombrado embajador de España ante la Santa Sede en noviembre de 1776 hasta el 1 de diciembre de 1777 no llegó Grimaldi a Roma, y el 3 tuvo su primera audiencia donde manifestó a Pío VI que tres eran sus objetivos: “impedir el restablecimiento de la publicación de la Bula de la Cena; de que jamás llegue a reunirse directa ni indirectamente la orden llamada Compañía de Jesús; y de que sea favorable la decisión de la Causa del Venerable Palafox”. En parte de la audiencia estuvo acompañado de José Nicolás de Azara, en quien pensaba delegar parte de los negocios.

(España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. G. S. Estado legajo 5.053)

            Exmo. Sr.

            Muy Sr. mío: el lunes 1º del corriente al anochecer llegué a esta Capital, donde hallé una carta de V. E. con fecha de 21 de octubre en que se sirve de incluirme la Credencial para el Santo Padre. Esta contiene expresiones tan honoríficas y tan favorables a mí, que no puedo ni debo dejar de pedir a V. E. que al ponerme a los pies de S. M. le manifieste mi profundo reconocimiento por esta nueva prueba de la bondad con que siempre se ha dignado de honrarme y distinguirme.

            Avisé luego al Secretario de Estado del Papa de mi arribo, pidiéndole hora para hacerle mi visita, entregarle la copia de la Credencial, según estilo, y saber cuándo podría presentarme a Su Santidad. Dispuso aquel Ministro, de acuerdo con el Santo Padre, que fuese yo el martes por la noche a su cuarto para subir inmediatamente a mi primera Audiencia, queriendo en esto manifestar la atención de evitarme dos viajes a Palacio. Así lo ejecuté y después de entregar la Credencial a S. B., empecé por manifestarle el ardiente interés con que miraba el Rey todos los asuntos concernientes a la pureza de nuestra Religión y al bien de la Iglesia, y el vivo deseo que tenía de que se hallase S. S. tan persuadido de ello como del afecto y particular veneración con que ha mirado y mira su Sagrada Persona. Respondiome, con frases sumamente expresivas, que estaba muy seguro del Cristiano y noble modo de pensar de S. M., y que en cuantas ocasiones se le presentasen daría evidentes pruebas de la inclinación que profesa a un Rey tan grande y pío, y a una Nación tan adicta a la Santa Sede.

            No era mi ánimo, ni me parecía conveniente entrar en materia de Negocios en la primera Audiencia; pero viendo que ésta excedía del tiempo regular (pues en efecto duró dos horas y media) y que el Pala, con la franqueza y cordialidad que manifestaba en sus expresiones, me incitaba en un cierto modo a hablar, tomé el medio término de verter varias máximas y proposiciones generales, relativas a la condescendencia que convenía tuviese S. S. en los asuntos que pudiesen interesar a las Cortes Católicas, y principalmente a la nuestra, y seguí hasta el fin la conservación dirigiéndola de modo que pudiese servirme de basa para empezar a tratar los tres principales Negocios, que de orden del Rey me encarga V. E., de impedir el restablecimiento de la publicación de la Bula de la Cena; de que jamás llegue a reunirse directa ni indirectamente la orden llamada Compañía de Jesús; y de que sea favorable la decisión de la Causa del Venerable Palafox. V. E. puede asegurar a S. M. que emplearé todo mi esmero y actividad en el buen éxito de ellos, y por tanto en estos asuntos, como en los demás de menor entidad que se hallan pendientes, o en otros que puedan ocurrir, me valdré de las luces y conocimiento práctico de D. José Nicolás de Azara, y algunas veces le encargaré los trate, ya que S. M. ha tenido la benignidad de acordarse de mis achaques habituales al concederme este permiso. Pedí licencia al Papa, antes de acabar mi conferencia, para hacer entrar a Azara; condescendió a ello muy gustoso, y estuvimos hablando juntos media hora. Antes y después me hizo S. B. remetidos elogios de él. Ponderándome su talento, instrucción, y buen trato, y lo satisfecho que se hallaba de su conducta.

            Deseo que la mía merezca el agrado de S. M., y que se me proporcionen motivos de acreditar a V. E. mi anhelo de obsequiarle. Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años.

            Roma, 4 de diciembre de 1777.

            P. D. Olvidáseme decir a V. E. que S. S. ha señalado los viernes para mi Audiencia semanal.

            Duque de Grimaldi a Conde de Floridablanca.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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