Día: 30 marzo, 2022

CARLOS III. MEDIDAS PARA EVITAR LAS EPIDEMIAS DE TERCIANAS EN VALENCIA. 1785

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En 1784 una epidemia de paludismo – tercianas – afectó a muchas localidades valencianas. Con el fin de prevenir un nuevo brote se solicitó la colaboración de los obispos de Valencia y Orihuela, para que los párrocos socorriesen a sus feligreses repartiendo quina y limosnas

España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. H. N. Consejos libro 1.955)

            Señor. En Real Orden comunicada al Conejo por el Conde de Floridablanca con fecha de seis de enero de este año se acordaron por Vuestra Majestad las providencias más conducentes y oportunas para evitar en lo sucesivo los estragos que en el año próximo pasado había causado la Epidemia de Tercianas en muchos Pueblos del Reino de Valencia.

            En la misma Real Orden se sirvió Vuestra Majestad prevenir al Consejo comunicase las causas acordadas correspondientes a los Prelados y Cabildos Eclesiásticos excitando su celo para que concurriesen con las limosnas y los auxilios que les dictase su caridad al socorro de aquellos infelices, señaladamente en los Pueblos que por haberse difundido con exceso las tercianas, u otros motivos, estuviesen más necesitados.

            Publicada en el Consejo la antecedente Real Orden acordó su cumplimiento; y a este fin mandó se expidiese la Real Cédula conveniente a la Audiencia, y Justicias de dicho Reino, y se comunicasen a los Prelados y Cabildos de él las Cartas acordadas para el fin que Vuestra Majestad mandaba, encargando a los primeros la extendiesen también a los Párrocos, de cuyo celo se expresaba concurrirían a promover los alivios posibles de sus feligreses.

            Con efecto se expidió la citada Real Cédula, y comunicaron las órdenes a dichos Prelados y Cabildos, y contestando a ella el Muy Reverendo Arzobispo de Valencia ha hecho presente al Consejo en veinte y cinco de febrero próximo que a más de haber repartido graciosamente diez y seis arrobas de quina en los Pueblos que habían padecido en el año pasado la Epidemia de Tercianas, no había habido lugar alguno de su Arzobispado de los que experimentaron semejante trabajo, a quienes no se hubiesen consignado alguna limosna considerable apara ayuda de socorrerse los enfermos, habiendo concurrido igualmente los Curas en cuanto habían alcanzado sus fuerzas a promover los alivios de sus respectivos feligreses, y que quedaban en hacer lo mismo en lo sucesivo siempre que lo pidiese la necesidad en cumplimiento de su obligación, y de los justos deseos de Vuestra Majestad.

            Igualmente ha contestado el Reverendo Obispo de Orihuela diciendo al Consejo que uno de los principales objetos que habían ocupado toda su atención en los diez y siete años de su Pontificado, había sido el socorro de los pobres enfermos, tanto en los Hospitales que había en las ciudades y Villas, como en los respectivos Pueblos de su Obispado, así en los tiempos de general constelación, como cuando se había experimentado particular, hasta pasar a ellos en persona acompañado de su Mayordomo y Médicos de su satisfacción en ocasiones en que por haberse permitido la siembra de arroces en muchos de los de la Huerta de Orihuela en años pasados, fue extraordinaria la epidemia de tercianas que resultó, distribuyendo por su mano el mismo Prelado copiosas limosnas y porciones crecidas de quina, con orden expresa a los Curas y Justicias para que de su cuenta proporcionasen todos los alivios posibles a los pobres enfermos comprendidos en dicha Epidemia; por manera que había tenido por indispensable acudir a Vuestra Majestad para que se dignase prohibir su siembra, a que se sirvió Vuestra Majestad condescender por los gravísimos perjuicios que habían de seguirse hasta verificarse en dictamen de los Médicos la despoblación y ruina de sus vecinos. Que había continuado, y continuaría en atender a sus amados pobres feligreses en sus enfermedades como lo hacía diariamente, costeándoles lo necesario para el alimento y dando quina a los que la necesitaban, con los demás remedios que contemplaban los médicos oportunos para sus curaciones, con especial encargo a los Curas a quienes se les daba porciones grandes de quina de la más exquisita de la que procuraba surtiese de Cádiz su Mayordomía para que socorriesen a los enfermos; y que en vista de la Real resolución de Vuestra Majestad no obstante del particular cuidado con que se había esmerado en concurrir al socorro de dichos pobres, comunicaría las más estrechas órdenes a los referidos Curas para que procurasen por su parte franquear los auxilios posibles a sus feligreses en el caso de haber en sus respectivos Pueblos esta Epidemia, u otras iguales, sin embargo de hallarse bien asegurado del celo y amor con que desempeñaban este encargo.

            El Consejo, Señor, en vista de lo que manifiestan el Muy Reverendo Arzobispo de Valencia, y el Reverendo Obispo de Orihuela, ha mandado se les responda que queda enterado, y muy satisfecho de su celo y caridad para con los pobres, y que espera que lo continuarán en obsequio y cumplimiento de las Reales intenciones de Vuestra Majestad. Y al mismo tiempo ha parecido al Consejo trasladarlo a la Real noticia de Vuestra Majestad ara que se halle enterado, así de lo que ha expuesto uno y otro Prelado, como de lo que el Consejo ha acordado se les responda.

            Vuestra Majestad se servirá en su vista de resolver lo que más sea de su Real agrado.

            Madrid y marzo 14 de 1785.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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