FERNANDO VI. CARTA A LOS MISIONEROS DEL PARAGUAY. 1756

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El Teniente General José de Andonaegui, tras derrotar a los rebeldes guaraníes el 10 de febrero de 1756, exhorta a los misioneros jesuitas a que ejerzan su influencia sobre los indios para que depongan su actitud, pues “consiguen de los dichos indios cuanto apetecen”, y les recrimina el “gran silencio” con el que han respondido a sus llamamientos anteriores, ya que en persistir en esa actitud “esperen el justo castigo tan merecido que amenaza a toda esta Provincia y a VV. RR. como lo ha experimentado el P. Rávago, Confesor de S. M., cuya Real indignación se ha manifestado separándolo de este encargo”.

(España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. G. S. Estado legajo 7.385)

            Reverendos Padres Curas: Muy Señores míos. Tantas vidas como cuestan la obstinada rebelión de los indios contra su Señor natural, con grandísimo sentimiento mío, no sé a quién hará cargo la Justicia Divina de estas atrocidades, producidas de la infidelidad; pues por San Pablo se lee: servid a vuestros Señores, como a mí. Y siendo el Rey nuestro Señor legítimo Señor de ellas, y de todas ambas Indias, ignoro la maldad de faltar la obediencia de S. M., si será aceptable en la recta Justicia Divina, y más cuando su Real piedad los favorece tanto. Me parece es muy propio del carácter de VV. RR. Enmendar tales desórdenes y tan escandalosas en toda Europa, pues es notorio en ella VV. RR. consiguen de los dichos Indios cuanto apetecen. Castigándolos cuando no hallan proporcionados a la Razón, y solo en este caso gravísimo, en lo espiritual, temporal, y en los gastos de la Real Hacienda se experimenta al contrario. Y así ruego a VV. RR. atiendan con todo esfuerzo y caridad a evitar tantos daños y escándalos, pues aunque no tuvieran presente la multitud de viudas, niños, y huérfanos que con la muerte de 1.500 indios de esos Pueblos se originan de esta rebelión, me parece debieran VV. RR. por sus altos ejercicios, en caridad, evitarlo por todos los medios posibles, como creo que el Sacerdocio es para mitigar los pecados entre Dios y el Hombre. Tengo a VV. RR. hechos sobrados exhortos a este fin, y solo experimento un gran silencio en VV. RR. a quienes suplico se esfuercen con eficacísimos medios para que no se continúen en adelante tan inauditos casos, pues ya considerarán con la templanza que voy marchando a esas Misiones para que tengan lugar de hacer reflexiones santas en servicio de Ambas Majestades; pero si prosiguen en tales temeridades, marcharé luego, luego, con mi tropa ya la de Portugal para que sufran el castigo justo que merecen; todavía RR. PP. la Clemencia Real está dispuesta a admitir en su gracia y generosidad la sumisión debida a su Soberanía, y prosiguiendo con la temeridad bárbara presente esperen el justo castigo tan merecido que amenaza a toda esta Provincia y a VV. RR. como lo ha experimentado el P. Rávago, Confesor de S. M., cuya Real indignación se ha manifestado separándolo de este encargo. Todo lo cual consideren VV. RR. madura y cristianamente, S. M. quede contento, y yo muy alegre de haberle facilitado su Real Dominio.

            Dios guarde a VV. RR. muchos años.

            Campo en el arroyo de Ybacacay, 6 de marzo de 1756.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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