CARLOS III. INFORME SOBRE EL ESTADO DE LA TIERRA EN CILLEROS, EXTREMADURA. 1784

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En la localidad extremeña de Cilleros, de la Orden de Alcántara, se designó Alcalde Mayor en 1773, en sustitución de alcalde ordinario, para intentar acabar con las continuas riñas que entre sí habían tenido los vecinos, por las tasaciones que eran resultado del complicado sistema que regulaba el terrazgo, con cuatro dehesas privadas, pero de uso comunal cuando no se encontraban sembradas, una zona amplia de monte bajo, dividida en 10 hojas para el cultivo de centeno, sometida a rozas y quemas “para que produzca”, de una rentabilidad mínima, y que una parte de los vecinos deseaba dejar como bosque de encinas para alimento de ganado de cerda, y con muchas tierras vinculadas o de capellanías, cuyos dueños “no quieren mejorarlas para sus sucesores, exponiéndolas a no disfrutarlas y perder sus gastos con su trabajo”, y que el Alcalde Mayor, el aragonés Ignacio Yanguas Segovia, proponía liberar para plantar en ellas olivos, el cultivo que mejor se adaptaba al suelo, mediante un procedimiento de subasta, y con la obligación de que el vendedor impusiera a renta el valor percibido

(España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte A. G. S. Gracia y Justicia legajo 825)

El término de esta villa se extiende dos leguas y media de norte a sur, y tres de oriente a poniente donde confina con la Ribera, que por esta parte divide los reinos de España y Portugal, y por su circuito, que sería de nueve leguas confina con los términos de Trebejo, los Hoyos, Perales, Encomienda de Moraleja, y término de la Zarza; este terreno está dividido en tres clases: la primera planificada de olivos, viñas, huertos de hortaliza, y frutales, y cercas para forrajes; la segunda es tierra de arena desmontada, y muy apta para producir centeno, y se divide en tres hojas que se barbechean y abonan cada tres años una de ellas, y en esta parte de terreno tiene la villa cuatro de esas que se nominan Arena alta y Arena baja, Suertes, y Campillo, siendo estas dos propias apropiadas a la villa, y las Arena respectivas y propias de diferentes vecinos, aunque sus pastos, cuando no están sembradas, son también de dicha villa. La segunda es toda monstruosa, y mucha parte estéril, e infructífera, pero acomodada para cabras, ganado vacuno, y colmenas por el monte, que cría de brezo,   quiruela, tomillo y jara; la restante monstruosa se divide en 10 hojas, que se siembran de trigo y centeno cada 10 o 12 años una de ellas, rizando primero su monte, y quemándole después de seco, para que produzca, y dicho terreno cría infinita caza mayor y menor de todas especies, que hace notable daño en los sembrados.        

En toda la extensión del término de esta villa no hay río, ni arroyo perenne, pues aunque hay algunos que bastante caudal en el invierno, con los que muelen 10 molinos de aceite fabricados en sus corrientes, pero verano todos se secan, por lo que en este tiempo ahí la penuria de ir a moler los granos y a lavar la ropa a la Ribera de Perales que dista dos leguas; cogese en las tierras de su circunferencia algo de trigo, pero muy poco porque son ligeras y de arena, y no admiten más beneficio que el de la roza y quema, que no basta, si el monte no ha sido muy alto para perfeccionar el grano de esta especie; centeno se coge en abundancia por lo arenisco del suelo, muchas aguas de invierno, y ser fruto muy temprano; aceite mucho por la gran facilidad con que toman y prenden estos árboles hasta en las peñas, ayudados de la humedad del invierno, temperamento cálido, porosidad de las tierras en que se plantan, y gran aplicación de estos vecinos a su aumento, cultivo, y cuidado; da no lo suficiente para el abasto del pueblo, y aún en algunos años para vender a los comarcanos, aunque no puede conservarse largo tiempo por su poca sustancia, aridez del clima, y estar plantadas las viñas en arenales y entre sierras y peñascos; de miel y cera se coge en bastante cantidad, porque las muchas plantas de escoba, brezo, quiruela, tomillo, y jara que se crían entre los montes y peñas son a propósito para la producción y aumento de esta especie, que no deja de padecer algunas quiebras por las colmenas que hurtan y escarrían los sujetos viciados en estos excesos, y por no ser fácil averiguar sus autores, con dificultad pueden remediarse, ni contenerse.

*Selección y transcripción de Enrique Giménez López, 2017, bajo licencia Creative Commons “Reconocimiento – No comercial”. El autor permite copiar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente la obra, y generar obras derivadas siempre y cuando se cite y reconozca al autor original. No se permite utilizar la obra con fines comerciales.

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